En este nuevo mundo en el que el estrés, definido como un estado de tensión continua, domina nuestras vidas, es fundamental saber los efectos negativos del mismo, como la fatiga física y psicológica que causa sobre nuestro cuerpo. Múltiples científicos afirman que el estrés se manifiesta como un proceso llamado Síndrome General de Adaptación, que consta de tres fases:
La primera es la Fase de Alarma, que se presenta cuando una situación excede a nuestro control, como por ejemplo un susto. En ella nuestro cuerpo se prepara para dar una respuesta casi inmediata a la situación, luchamos para recuperar el control y una vez que el estímulo cesa, el organismo se relaja. Los síntomas característicos de dicha fase son: taquicardia, hipertensión, incremento del colesterol, hiperglucemia, diuresis, aumento-disminución de la temperatura, sequedad de la boca, inhibición del sistema inmunológico, la sangre se desvía del estómago hacia los músculos y además éstos se contraen.
Si la situación de estrés se prolonga en el tiempo y somos incapaces de cambiarla, pasaríamos a la segunda fase, denominada Fase de Adapatación, que dura más tiempo pero llega a su fin cuando se agota la energía. En esta fase la presión arterial y el colesterol aumentan, las glándulas suprarrenales aumentan de tamaño y liberan cortisol al torrente sanguíneo, aparece una pérdida de potasio, aumenta de la secreción de ácidos grasos, disminuyen las defensas y aumenta el desequilibrio del estado emocional con incapacidad en la toma de decisiones, dificultades de concentración y de atención y olvidos frecuentes o irritabilidad, derivando hacia la depresión.
Finalmente, y sin ver salida a esta situación estresante, llegamos a la última fase, que recibe el nombre de Fase de Agotamiento, en la que se liberan sustancias hormonales químicas que dañan los tejidos, abriendo posibilidades a diferentes alteraciones y enfermedades como hipertensión arterial, enfermedades coronarias, asma bronquial, estreñimiento, prurito, sudoración excesiva, contracturas musculares, eyaculación precoz, vaginismo, conductas obsesivas compulsivas y alteraciones del sueño, entre muchas otras.
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