viernes, 21 de octubre de 2011

El estrés

En este nuevo mundo en el que el estrés, definido como un estado de tensión continua, domina nuestras vidas, es fundamental saber los efectos negativos del mismo, como la fatiga física y psicológica que causa sobre nuestro cuerpo. Múltiples científicos afirman que el estrés se manifiesta como un proceso llamado Síndrome General de Adaptación, que consta de tres fases:
La primera es la Fase de Alarma, que se presenta cuando una situación excede a nuestro control, como por ejemplo un susto. En ella nuestro cuerpo se prepara para dar una respuesta casi inmediata a la situación, luchamos para recuperar el control y una vez que el estímulo cesa, el organismo se relaja. Los síntomas característicos de dicha fase son: taquicardia, hipertensión, incremento del colesterol, hiperglucemia, diuresis, aumento-disminución de la temperatura, sequedad de la boca, inhibición del sistema inmunológico, la sangre se desvía del estómago hacia los músculos y además éstos se contraen.
Si la situación de estrés se prolonga en el tiempo y somos incapaces de cambiarla, pasaríamos a la segunda fase, denominada Fase de Adapatación, que dura más tiempo pero llega a su fin cuando se agota la energía. En esta fase la presión arterial y el colesterol aumentan, las glándulas suprarrenales aumentan de tamaño y liberan cortisol al torrente sanguíneo, aparece una pérdida de potasio, aumenta de la secreción de ácidos grasos, disminuyen las defensas y aumenta el desequilibrio del estado emocional con incapacidad en la toma de decisiones, dificultades de concentración y de atención y olvidos frecuentes o irritabilidad, derivando hacia la depresión.
Finalmente, y sin ver salida a esta situación estresante, llegamos a la última fase, que recibe el nombre de Fase de Agotamiento, en la que se liberan sustancias hormonales químicas que dañan los tejidos, abriendo posibilidades a diferentes alteraciones y enfermedades como hipertensión arterial, enfermedades coronarias, asma bronquial, estreñimiento, prurito, sudoración excesiva, contracturas musculares, eyaculación precoz, vaginismo, conductas obsesivas compulsivas y alteraciones del sueño, entre muchas otras.

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